Se cumple un mes del crimen de Morena Domínguez, el asesinato que conmovió a todos

Nueva Data regresó a Villa Diamante para ver qué cambió en estos 30 días que partieron a la sociedad. Seguridad, dolor y tristeza.

El 9 de agosto a las 7.27 de la mañana la sociedad cambió para siempre. En Molinedo al 3500, Villa Diamante -Lanús- dos motochorros forcejearon con una nena de apenas 11 años que iba a la escuela N° 60, Almafuerte. La mataron de una patada en la panza. El crimen de Morena Domínguez, perpetrado a 4 días de las elecciones PASO, partió a la sociedad y la quebró en dos.

Un mes después, Molinedo al 3500 ya no es el mismo. En la esquina, un mural reclama justicia. En la misma cuadra del colegio las paredes hablan y tienen un mismo slogan, que a la vez es un grito desesperado: Justicia por Morena. Un Falcon un tanto destartalado frena en la puerta de la escuela. De él baja un nene en guardapolvo blanco. La luneta del auto tiene pegado un cartel con el mismo reclamo, que es a la vez una súplica.

Jonathan es el papá de Aldana, la mejor amiga de Morena. Y está destruido. No puede evitar llorar cada tres palabras y asegura: “Cambió todo. Esto que vivimos es indecible. Mi hija se cambió de turno porque ya no podemos venir por la mañana al colegio. No puedo ni transitar por la calle. Ahí, ahí la arrastraron”. Las palabras se le amontonan y a la vez se convierten en imagen vívida, porque el brutal asesinato quedó registrado por una cámara de seguridad de una casa vecina.

En el kiosco, la dueña no quiere saber nada con nadie. Apenas percibe que se acerca la prensa se encierra en su local y despide a todos de mala manera. Y cuando referimos a que se encierra es literalmente así: trabaja detrás de gruesos barrotes. Presa en su negocio. A 50 metros, el dueño de la librería es más amable pero también elige el silencio.

Los vecinos aseguran que ahora hay más policías. Y parece ser cierto. Patrulleros de la bonaerense, camionetas y vehículos de seguridad municipal transitan por la puerta del colegio. A las 8, un nutrido grupo de policías jóvenes se dispone en las distintas esquinas de Villa Diamante y la plaza Giardino. Pero hay un sentir: “Vienen ahora, veremos qué ocurre después de las elecciones”. Otra de las vecinas arriesga: “El barrio cambió para siempre. Acá hay una tristeza bárbara. Muchos vecinos vamos al cementerio a llevarle flores”.

Jonathan siente impotencia. Jura que le gustaría sentarse frente a un juez o a un fiscal a exigir explicaciones por la cantidad de veces que soltaron a los detenidos por el crimen. Y dice: “Los chicos son de Dios. No puede ser que no le den valor a la vida. Dios se va a encargar de todos ellos”.

30 días después, mayor presencia policial, patrulleros y agentes, desconfianza, tristeza. Mucha tristeza. Sentimientos que acompañana a un barrio y que dejan una certeza: la muerte de Morena los marcó a todos para siempre.

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