
Una decena de personas se reencontraron con sus familiares en Ezeiza. El traslado fue a la fuerza y dos de las personas que hablaron dejaron expuesto el racismo de la gestión del amigo de Javier Milei.
En la madrugada del jueves, el Aeropuerto Internacional de Ezeiza recibió un vuelo que pocos querrían protagonizar: 16 ciudadanos argentinos deportados por el gobierno de Donald Trump regresaron al país. Entre ellos, se encontraban personas con y sin antecedentes legales, una muestra del enfoque indiscriminado y unilateral de la administración estadounidense hacia la política migratoria.
El vuelo, de la empresa Omni Air International, aterrizó pasadas las 3:17 a.m., después de un itinerario que incluyó escalas en Luisiana, Colombia y Brasil. Los deportados ingresaron por la terminal privada del aeropuerto y fueron recibidos por sus familiares, un momento de alivio estuvo cargado de indignación y dolor.
Las palabras de Maximiliano García y Mario Robles, dos de los deportados, dejaron en evidencia el sesgo racial y el ensañamiento que caracteriza a la administración Trump. García, de 49 años, expresó: “Es notable el odio en cuanto al racismo, lo anacrónico de esta paupérrima administración de Trump. Están partiendo familias a la mitad”, declaró con contundencia. García había vivido en Estados Unidos desde 2001, donde formó una familia y mantuvo un permiso de trabajo vigente.
Sin embargo, fue detenido debido a una supuesta orden de deportación emitida en 2015, de la que nunca fue notificado: “Es extraño estar detenido en una situación tan inusual, porque esta gestión de Trump es una página negra dentro de la historia gloriosa de Estados Unidos”, agregó. “A los ojos de ellos nosotros somos criminales”.