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Se trata de Pedro Di Spagna, el médico clínico de Swiss Medical que tuvo a cargo la salud de Maradona durante su internación domiciliaria. Integró el grupo de la prepaga que recibía a diario los reportes de los enfermeros, pero habría desatendido el cuidado de su paciente. Deberá declarar el próximo 20 de diciembre.
Como adelantamos en esta nota del 21 de septiembre, los fiscales Cosme Iribarren, Patricio Ferrari y Laura Capra imputaron al médico clínico de Swiss Medical que formó parte del grupo de profesionales que tuvo a su cargo la internación domiciliaria de Maradona, luego de su operación en la cabeza en la clínica Olivos.
Desde este lunes, el doctor Pedro Di Spagna es el octavo imputado de la causa. Se suma a Leopoldo Luque, Agustina Cosachov, Carlos Díaz, Nancy Forlini, Ricardo Almirón, Dahiana Madrid y Mariano Perroni. Si bien el resto ya están formalmente procesados, la nueva imputación se descuenta que correrá el mismo camino: ya le prohibieron la salida del país.
Resulta al menos llamativo el momento en que este médico es señalado por los fiscales. La defensa de Leopoldo Luque, a cargo del abogado Julio Rivas, había pedido la imputación de Di Spagna a mediados del año, pero le había sido denegada. Lo mismo solicitaron con el neurólogo Jorge Macías, también de la prepaga que atendía a Maradona, pero este último al menos fue citado en calidad de testigo. Di Spagna, sorprendentemente, no había tenido ninguna participación hasta el momento en la investigación.
No solo lo había señalado Luque. También lo señaló la psiquiatra Agustina Cosachov en su declaración testimonial. “La parte médica de Maradona estaba a cargo de Di Spagna. Él formaba parte de un grupo donde recibía los partes de los enfermeros que controlaban periódicamente al paciente” sostuvo en ese momento. Cosachov también había mencionado a Andrea Waisman, la perito psiquiatra de Swiss Medical que coincidió en el diagnóstico de que Maradona era un paciente lúcido y con poder de decisión para poder recibir el alta sanatorial de la clínica Olivos.
Los fiscales fueron claros a la hora de argumentar la imputación. Sostuvieron que el médico “omitió cumplir con los deberes a su cargo ya que se abstuvo de controlar regularmente al paciente, presentándose tan solo en dos oportunidades, sugiriendo estudios de los cuales nunca se aseguró su materialización”. La acusación está fundamentada: Di Spagna, el único médico clínico del grupo coordinado por Nancy Forlini, concurrió al domicilio de Tigre donde transcurría la internación domiciliaria de Maradona en dos oportunidades: El 12 y el 18 de noviembre.
Su primera indicación fue sugerir la intervención de un nutricionista, además de ordenar una medicación para la constipación.
Su segunda visita fue el 18 de noviembre. Di Spagna no fue recibido por Maradona y fue echado de la casa, al igual que Leopoldo Luque, el toxicólogo y las propias hijas de Diego que habían acompañado a los médicos. Por ese episodio, al día siguiente pidió cubrirse legalmente por si algún episodio desfavorable le ocurría al paciente. “Dios quiera que pase bien el fin de semana” puso en el grupo, donde agregaba además que sugería la realización de estudios complementarios. En esa sugerencia se quedó el médico, no hizo ni ordenó más nada. Le importó más la cobertura legal que la salud de su paciente, Diego Maradona.
La acusación es la misma para los ahora ocho imputados: homicidio simple con dolo eventual. Los fiscales están convencidos que cada uno de los profesionales de la salud, “colaboraron en un cúmulo de situaciones burdas, incrementando el fatal desenlace del paciente que, de lo contrario, podría haberse evitado”. Para quienes llevan adelante la investigación, la muerte de Maradona era evitable. Hasta acá, la parte negligente y culposa. Pero hay más.
“Así, habiéndose representado el resultado fatal ante el grave cuadro de salud que evidenciaba la víctima, ejecutaron acciones contrarias el arte de la salud, agravando el cuadro, colocando en una situación de desamparo y abandonando a su suerte al paciente” agregan los investigadores. Esas frases provienen de la junta médica, que es hoy la columna vertebral de la brutal acusación que pesa contra los acusados.
La clave en el juicio oral, entre otras cosas, pasará por refutar esas afirmaciones. Tanto para la junta médica como para los fiscales, Maradona era un paciente que tenía un cuadro grave de salud, pese a que diez días antes había sido dado de alta por los médicos de la clínica Olivos porque su cuadro así lo ameritaba.