Un millón de personas marcharon contra el fascismo

La semilla fue plantada por la comunidad LGTB, y la sociedad respondió. Calles desbordadas para repudiar el odio y el fascismo presidencial. Sin incidentes ni policías cerca, la Marcha del Orgullo Antifascista y Antiracista caló hondo en el gobierno.

Un millón de personas se movilizaron en la Ciudad de Buenos Aires -según los organizadores- como resultado de la mecha que encendió la comunidad LGTB. La marcha del 1 de febrero fue un llamado masivo y distinto que brotó de una asamblea antifascista y autoconvocada, y que se multiplicó en el país y en el mundo.

Familias enteras, parejas, travestis, madres y padres, hijos/hijas/hijes. Todos juntos para repudiar la concepción de la libertad que engendró este gobierno al calor de políticas de ajuste. Y, como siempre, los carteles hablaron. Cartulinas, pancartas, murales. La tinta gritó y eligió una palabra para definir lo que se está viviendo día a día: fascismo. La consigna más leída: “Al closet nunca más”. 

Antes de las 16 -el horario pautado- la Plaza de Congreso ya estaba repleta de gente que marchó sin cantos aglutinantes pero con carteles contra Milei. No se vio la alegría de las Marchas del Orgullo. La procesión fue sobria y hasta con un dejo de tristeza. Es que las palabras y las políticas direccionadas del presidente calaron hondo en una sociedad que fue (que es) puntal en material de derechos. 

Hubo furor en la calle y luego en las redes sociales por la presencia de la enemiga número uno del Gobierno, Lali Espósito, junto a otra de las cantantes más famosas del país (y por qué no del mundo) -y de quien no habíamos tenido grandes manifestaciones políticas hasta el momento- María Becerra. 

También fueron los jubilados que vienen protestando casi en soledad y con consecuencias brutales, las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, las travestis y trans que reciben de su presidente los insultos más denigrantes, sindicatos de todos los sectores, científicos despedidos, Veteranos de Malvinas, representantes del mundo artístico (se pudo ver por allí a Marcelo Subiotto -protagonista de Puan- junto a Daniel Hendler; a Lucrecia Martel y también a Flor de la V), cantantes (Benito Cerati) y muchos más. 

Fue una marcha de orgullo, el arcoíris estaba en todos lados, pero con un fuerte carácter político y la misma alegría de cada noviembre. El clima, como en aquella gran manifestación en defensa de la educación pública, fue de pura transversalidad, el nacimiento de un consenso, la gran puesta en común de que no hay cosas que no están permitidas. 


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