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El equipo de Miguel Ángel Russo no pudo ganarle a su par neozelandés, que entrena tres veces por semana y está conformado por jugadores amateur.
No podía ser peor la despedida de Boca de este Mundial de Clubes. Tras dejar una excelente imagen frente al Benfica y una aún mejor frente al Bayern Munich, el xeneize tenía la posibilidad de despedirse con dignidad, la misma que venía mostrando hasta este encuentro contra el Auckland City.
Porque Boca no dependía de sí mismo: necesitaba ganar por seis goles y esperar a que los alemanes derrotaron a los portugueses. Y la primera mala noticia vino proveniente de Miami: Benfica ganó 1 a 0 y sepultó las chances de los argentinos, que de todos modos penaron en su visita a Nashville.
El equipo argentino, una super potencia sudamericana, ganador de 6 Copas Libertadores, no pudo derrotar al humilde Auckland City, representante de Oceanía conformado por jugadores semi profesionales que entrenan tres veces por semana. El gol de los neozelandeses, por caso, lo marcó un profesor de Geografía.
Ahora el club de la Ribera debe enfrentar sus propios demonios y aceptar el mal trago. Sin dudas, a Russo se le va a exigir una limpieza profunda del plantel y tendrá la presión de ganar algo para levantar la alicaída imagen de su presidente, Juan Román Riquelme.