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Encontraron escopetas, pistolas y miles de municiones, muchas capaces de perforar chalecos antibalas
A comienzos de este mes se inició un operativo para el rescate de víctimas que eran sometidas a maltratos y esclavitud laboral por parte de una secta en La Matanza. Todo había comenzado a partir de la fuga de uno de esas personas que había caído en la trampa que se ocultaba detrás de la fachada de una presunta congregación religiosa. El allanamiento del “templo” permitió la liberación de 12 víctimas. Sin embargo, ese fue solo el primer paso.
A partir de testimonios los investigadores de la Policía Federal Argentina descubrieron que en el barrio 20 de Junio de La Matanza algo más fuerte se preparaba. Se hicieron otros operativos en varias viviendas que ocupaban los referentes de la secta.
Y en la casa del líder se detectó la señal del gran riesgo que representaba el grupo conocido como Abba Krishna: en un entretecho se guardaba un arsenal. Incluso con municiones capaces de perforar los chalecos antibala policiales.
Los líderes hablaban con sus fieles sobre “el fin del mundo”. Se aprovechaban de la vulnerabilidad psicológica de las víctimas. Reducían a la esclavitud a quienes eran confundidos por sus falsas profecías. Y utilizaban el dinero para adquirir armas.
La secta encabezada en La Matanza por un hombre de 65 años conocido como “El Uruguayo” no llegó a disparar. Sin embargo, tenía almacenado más poder de fuego que muchas bandas narco. Hasta tenían previsto un sistema de respuesta escalonada en sus propias reglas de empeñamiento de las armas, ya que tenían más de 9000 cartuchos antitumultos (en 19 cajas de 475 cartuchos cada una). En un escalón superior de respuesta a las balas de goma se encontraban los 2000 cartuchos de escopeta 12/70. Tenían cuatro escopetas para esas municiones, tres de esas armas, nuevas. Además, seis pistolas y dos revólveres, junto con otras armas largas.