Con una agenda acotada y la visita a Las Vegas para ver a su ex novia Fátima Florez descartada, Javier Milei completó una visita fugaz.
En tiempos de crisis política y económica, el presidente Javier Milei decidió que la mejor manera de encarar los problemas nacionales era, por supuesto, tomarse un avión y cruzar el hemisferio. ¿La excusa? Una agenda internacional tan breve y ajustada como sus propuestas de desfinanciación y destrucción del Estado.
La travesía presidencial comenzó el miércoles por la noche, cuando Milei partió hacia Estados Unidos con una comitiva reducida, dejando atrás un Senado en plena rebelión y una campaña electoral que parece más desordenada que el pelo del mandatario en sus días malos.
Pero no importa, porque Milei tenía una misión: reunirse con empresarios y banqueros influyentes convocados por Michael Milken, un inversionista yankee con acceso directo a la Casa Blanca, aunque Donald Trump no apareció ni en los papeles tras la vergonzosa filtración de los audios de corrupción en el sector de personas con discapacidad.
La agenda internacional de Milei sufrió algunos ajustes -irónicamente- cancelando su paso por Las Vegas, donde tenía previsto encontrarse con inversores turísticos y su expareja, la imitadora Fátima Florez. Al parecer, alguien le recordó que asistir a un show teatral en la meca del juego a dos días de las elecciones en Buenos Aires no era la mejor estrategia política. Milei accedió -a regañadientes- y recortó su viaje.