Confirmado: las elecciones en Tucumán serán el próximo 11 de junio
Por fin, Axel decidió ser Axel. Y la boleta única fue la excusa perfecta para decirle “no, gracias” a Cristina. Las fracasadas reuniones con Máxima y Massa.
En un giro que sacudió las estanterías del peronismo, Axel Kicillof firmó el decreto que establece que las elecciones legislativas bonaerenses se harán el 7 de septiembre, separadas de las nacionales. Pero el verdadero temblor no fue técnico ni electoral: fue político y emocional. Porque el gobernador de Buenos Aires decidió desobedecer públicamente a Cristina Fernández de Kirchner. “Tengo la facultad y la ejerzo”, dijo en conferencia de prensa.
La decisión, explicó, tiene fundamentos técnicos. Que la boleta única nacional no puede convivir con la boleta tradicional bonaerense. Que votar en dos urnas distintas llevaría cuatro minutos por persona. Que se armarían colas infinitas y que en muchos lugares ya se vota en condiciones que rozan el surrealismo: jardines de infantes, aulas prestadas o municipios vecinos. “Sería un infierno”, graficó. Y si hay algo que Axel aprendió después de cuatro años de gestión, es que nadie quiere ser gobernador del caos.
Pero más allá de los argumentos logísticos, el movimiento tiene nombre y apellido: Cristina Kirchner. Ella quería elecciones concurrentes. Él no. Punto. Hasta este lunes, hubo charlas, llamados, una cumbre en La Plata con Máximo, Massa y Kicillof. Se habló, se debatió… y no se acordó nada. El gobernador avanzó igual. En su discurso, Kicillof se esforzó por mostrar racionalidad, moderación y vocación de unidad. “No me desentiendo de la cuestión nacional”, aclaró, para que no lo acusen de querer romper. “Vamos a seguir construyendo un frente amplio contra las políticas de Milei”, prometió. “No soy candidato a nada, pero voy a militar ambas elecciones”, remató.