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Después del fallido anuncio de la Súper Liga Europea, los hinchas ingleses se rebelaron contra los dueños de los clubes.
No habrá definición en la Premier. El -tal vez- mejor campeonato de fútbol no tendrá definición y el Manchester City de Pep Guardiola deberá esperar para consagrarse campeón. Hasta ahí la información deportiva, tal vez lo menos relevante de lo que está sucediendo en la poderosa liga inglesa.
Después de que los dueños de los principales 12 clubes europeos decidieron anunciar la Súper Liga las protestas se multiplicaron. Los hinchas se unieron para oponerse a la creación de un campeonato que atenta contra la esencia del fútbol. Dado el énfasis de la oposición, finalmente debieron dar marcha atrás y no crear ninguna liga. Al menos no por el momento.
Pero este anuncio despertó una conciencia en el hincha inglés, que ve como sus centenarios clubes quedan en manos del capital más feroz, empresarios multimillonarios que sacian su sed de fútbol comprando y vendiendo clubes. Por ejemplo, el príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salman ofertó 3.500 millones de euros para quedarse con el United, pero no lo logró.
Y aquí entra en juego la familia Glazer, seis hermanos que son los descendientes de Malcom Glazer, el norteamericano que compró al United en 2005 y al que los fanáticos detestan. Hoy 200 se presentaron en el hotel donde concentran los jugadores y más de mil ingresaron al campo de juego con botellas y bengalas para protestar y dar comienzo a lo que puede ser una rebelión que se viene macerando en este fútbol inglés de exagerados capitales foráneos.
El partido entre el United y el Liverpool -uno de los encuentros más esperados y con más historia de la Premier- se suspendió sin una fecha por delante. Y esto amenaza con ser solo el comienzo.