18 de noviembre: la última furia de Diego

Maradona, más irritable que nunca. Echó al médico clínico y al nutricionista de su obra social, no quiso recibir a sus hijas y se agarró a las trompadas con Luque. Al verlo enojado, muchos entendieron que estaba mejor. Verónica Ojeda presiona para empezar a ver signos de recuperación, los cuales nunca van a llegar. 

El 18 de noviembre de 2020 fue un día clave. Como nunca antes, todos se habían convocado para ir a visitar a Maradona: Gianinna, Jana, Leopoldo Luque, un médico clínico de la obra social, y un nutricionista. Todos tuvieron el mismo resultado: desprecio. Diego los echó a todos con los peores modos.

“Me salió a correr, me quería cagar a piñas y se tropezó”

Leopoldo Luque lo toreó a Maradona, y él lo justifica en un chat con el kinesiólogo Taffarel. Maradona venía de pasar 26 horas acostado, y todo su entorno estaba preocupado. “Entré a la pieza y me dijo que me iba a cagar a trompadas. Le dije que para cagarme a trompadas, se tenía que levantar de la cama. Se levantó, me corrió y me empezó a insultar. Está re bien el enano” le comenta Luque al kinesiólogo Taffarel. 

Ese enojo de Maradona fue interpretado como una señal de mejora al menos para el neurocirujano y las personas que convivían con el paciente. Inclusive Luque, a quien la revista Caras lo buscaba para una entrevista, elige posponer argumentando que Maradona en dos semanas iba a estar mucho mejor.

Así informó el coordinador de los enfermeros, Ricardo Almirón, hoy imputado, el episodio de Maradona con los empleados de la obra social en el chat “Tigre” que compartía con todos sus colegas.

En forma paralela a esta situación, los médicos que tenían más diálogo entre sí eran los relacionados con la parte mental y psicológica del paciente: Agustina Cosachov, la psiquiatra, y Carlos Díaz, el psicólogo, tenían conversaciones constantes, por privado, sobre cómo llevar a cabo la rehabilitación.

CHAT 18 DE NOVIEMBRE ENTRE AGUSTINA COSACHOV Y CARLOS DÍAZ
Cosachov: “Está depre, pero enojado. Tira piñas. No es un típico depre”
Díaz: “Irritabilidad. Se mezcla con su trastorno de personalidad. Es un narcisista que no puede tomar una decisión por primera vez en su vida. Se ve como un anciano sin poder de decisión y se quiere cortar las pelotas”.
Cosachov: “Lo veo muy hinchado che”
Díaz: “Mañana voy a llamar a Cahe, lo atendió 20 años, algo tiene que saber”

Casi improvisando, con consultas constantes a otros especialistas para sentirse más seguros, Cosachov y Díaz iban manejando el tratamiento día a día, a su manera. Sin embargo, eran vistos por Luque, por el entorno más cercano de Maradona, y por Verónica Ojeda, como los responsables de no poder activar a Maradona.

“Me llamó Verónica Ojeda, diciéndome que no puede ser que Diego no se levante, que no podemos dejar que no nos reciba. Que si no cambia, va a llamar a la clínica Avril, para hablar con los profesionales que lo atendieron” le dice Cosachov a Díaz en las últimas horas de ese 18 de noviembre. “Que la chupe Ojeda, no existen los resultados inmediatos, no los vamos a obtener” responde Díaz.

Hasta el día de hoy, Cosachov y Díaz enarbolan una bandera pese al trágico desenlace del tratamiento. “Maradona se fue tomando una medicación ordenada y sin ingesta de alcohol” expresan en privado, y frente a los fiscales. Eso también es una realidad que se comprueba en la autopsia, aunque el estado anímico de Maradona era pésimo y durante sus recaídas los controles de signos vitales no existieron para “no invadirlo”.

“Me están presionando. No va a saltar en una pata ni ser el mejor padre de golpe”

Este iba a ser el último día más caótico, con Maradona enojado, echando gente y violento. Increíblemente, iba a haber una leve mejora horas después, pero el panorama nunca dejó de ser deplorable. 

Antes de terminar el día, Maximiliano Pomargo, el hombre que manejaba la casa y que tenía contacto más directo con Maradona, iba a entrarle en la habitación, para “ponerle los puntos”. Maradona no quería médicos, pero con su actitud lo único que estaba consiguiendo era lo contrario: Más gente preocupada, y más médicos a la expectativa de su progreso.

Otro factor que se repitió durante todo el año, volvía a aparecer en los últimos días de la vida de Maradona: Rocío Oliva. El desamor de Maradona con su última pareja, estuvo presente hasta los últimos días de su vida. Cada vez que podía, Diego expresaba su dolor por no tenerla a su lado. 

“Te voy a dar sopa y quieras o no, dos cucharadas vas a comer”



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